La presión de la calle le torció el brazo al Gobierno”, sostuvo el secretario general de Adunam, Aníbal Velázquez, uno de los organizadores de la movilización de la semana pasada en la provincia. Consideró que por los antecedentes históricos los gobiernos le temen a las movilizaciones universitarias. Pero lejos de idealizar la calle como herramienta en las luchas y defensas de conquistas consideró que sólo son conducentes cuando tienen conducción y objetivos claros.
“La presión de la calle le torció el brazo al Gobierno”, sostuvo anoche el secretario general de la Asociación de Docentes Universitarios, Aníbal Velázquez. Destacó que después de tres semanas de conflicto “resulta que apareció el ministro de Educación. Se llama Finocchiaro” ironizó para revelar que desde que asumió se había negado a recibir a la dirigencia de los gremios docentes. “El acuerdo con el Gobierno Nacional es una suba que promedia el 27% aunque oficialmente se informe que llega al 25% por una cuestión estratégica en las negociaciones paritarias. “No quieren que se abra una puerta de nuevas demandas arrastradas por el acuerdo universitario”. Aclaró que no está cerrado, pero “el acuerdo está cerca” se entusiasmó. Reveló además que a pesar del ajuste, desde el gobierno nacional empezaron a ponerse al día con las deudas por la sub-ejecución presupuestaria que con Misiones era de 50 millones de pesos para el funcionamiento de las facultades.
Se le preguntó por las razones por las cuales el Gobierno, que está recortando en todos lados, se mostró dispuesto a otorgarles el aumento. En declaraciones formuladas al programa Plural que se emite por Canal 4 de Posadas, afirmó que los gobiernos le temen a las movilizaciones universitarias y recordó las grandes marchas de los 90 y la que en 2001 provocó la caída del ministro López Murphy a una semana de haber asumido en el gobierno de la Alianza para recortar los presupuestos. “En el 97, después de un largo tiempo de indiferencia por parte de Menem, hicimos una marcha que cubría todo lo largo de la avenida Callao en Buenos Aires, desde el Palacio Pizzurno hasta el Congreso”, memoró para destacar que la convocatoria incluyó a todo el espectro social, incluso al presidente de la Sociedad Rural, que en ese entonces era Alchourrón, de prosapia de la llamada oligarquía vacuna. Velázquez entonces era secretario general de la Conadu y reveló que un periodista de Clarín le preguntó cómo había hecho para sumar tanta pluralidad de voces en el reclamo, “porque somos borgianos –fue su respuesta- no nos une el amor sino el espanto. Y fue título de la tapa de Clarín al día siguiente”.
El antecedente histórico recordado por Velázquez, le sirvió para ilustrar, aún veinte años después la carga simbólica que tiene para la sociedad argentina la Universidad. “Es fuente de movilidad social”, subrayó para afirmar que por eso es tan sensible a los argentinos sin distinción de clases a pesar de que una inmensa mayoría no accede a la Universidad, tienen conciencia de su valor en la construcción de la esperanza. Al recordar esas movilizaciones históricas, entre las que mencionó el Cordobazo, los cien años de la Reforma y el espejo del Mayo Francés, Velázquez encuadró la profunda significación política de la concentración aquí, en la Plaza 9 de Julio de Posadas. Contó que referentes de las movilizaciones sociales acompañaron y se sumaron por propia iniciativa no sólo al acto en Posadas, sino en varias ciudades de Misiones incluso en las marchas que no fueron orgánicamente organizadas por los sindicatos y estudiantes.
De todos modos, a pesar de valorizar la calle como herramienta popular para lograr y defender conquistas se mostró lejos de idealizarla como centralidad en las luchas por las transformaciones sociales. Advirtió que el asalto a la calle necesariamente debe tener conducción y objetivos claros y en ese sentido recordó que las asambleas populares que emergían en 2001 por todos lados terminaron diluyéndose precisamente por ausencia de organicidad. El reclamo extremo del que se vayan todos –reflexionó- terminó en que no se fue nadie. Sostuvo en conclusión que lo nuevo cuando nace debe tener un cauce y un sentido. Por eso elogió la actitud de Rovira cuando se posicionó más allá de la grieta que al agitar una falsa opción no deja ver lo que viene.